jueves, agosto 30, 2012

Tango Monologues. Juan María Solare, piano. CD copyright Solare.


La relación del tango con la música académica ya es larga y ha producido muy notables ejemplos.  Por otra parte hay que distinguir entre las variantes de tango europeo y nuestro tango. Si en el primer caso tenemos ilustres ejemplos como los producidos por Albéniz y Stravinsky (además de estilizaciones del tango gitano como la de Jacob Gade), el tango argentino desde sus principios tuvo ejemplos producidos por músicos “clásicos”, aunque en ciertos casos son casi indistinguibles de los tempranos tangos populares, con frecuencia tan bien escritos como los académicos. Pianistas populares dedicados al tango siempre hubo: Sebastián Piana, Juancito Díaz, Luis Visca. Y generalmente fueron editados tangos pensados específicamente para piano, así como arreglos pianísticos de tangos-canción o reducciones al piano de conjuntos instrumentales. Son muchos centenares y a veces tienen alta calidad.
El tango académico tuvo registros ya en la era del vinilo, como cuando Antonio De Raco grabó los tangos de Juan José Castro. Recientemente fueron muy interesantes las recopilaciones históricas realizadas por Estela Telerman, que hasta tienen ejemplos del tardío siglo XIX. Y están esos Postangos de Gerardo Gandini, improvisaciones a partir del tango de una gran imaginación relacionadas con técnicas de desarrollo jazzístico.
El notable disco grabado por el pianista y compositor Juan María Solare es una valiosa contribución. Primeramente, es un ejecutante de primer orden, límpido en la articulación, y con un sentido muy desarrollado de algo indispensable en este caso: las inflexiones tanguísticas, ese particular pulso idiomático que produce en un porteño (y yo lo soy) una inmediata identificación. Soy un porteño muy cosmopolita, de origen francés, pero también lo es Solare, que vive en Bremen, Alemania. El origen no se borra nunca, pese a casos de empatía casi inexplicable (un judío cuyos padres eran de Odessa creó “la” ópera negra por excelencia, “Porgy and Bess” de Gershwin).
En segundo lugar, hay dos tipos de obra en este disco: las compuestas por Solare, y las de clásicos del tango popular en versiones que sólo podrían ser realizadas por un compositor de formación académica, ya que tienen una solidez de estructura que va más allá de la inspiración popular, por auténtica que sea. Hasta los tangueros más cercanos a la tradición académica (De Caro, Salgán, por mencionar a dos que no están en el CD) son ante todo tangueros. Pero Solare –como Juan José Castro- es ante todo un compositor de raíz académica, como lo son Gandini, e incluso Piazzolla. Un caso especial es el de Pítari, que pese a tener ese tipo de formación vía UCA, casi siempre ha realizado piezas crossover en su carrera. ¿Cómo es lo arrabalero y canyengue a través de la visión de Solare? Conserva su intención original pero en fusión con un pulimiento sin “roña”.
Es éste un CD “de autor”, sin sello. Está muy bien grabado en Bremen y en un piano de bella sonoridad, un Bösendorfer, y data de 2009. El folleto tiene los textos en castellano, inglés y alemán e incluye la descripción por Solare de cada una de las veinte piezas. Todos los arreglos de tangos ajenos son de él. Es un disco llenísimo: 79´22. Muy bueno el título, “Monólogos del tango”, ya que se tocan en un solo instrumento y por una sola persona. Contacto: www.JuanMariaSolare.com  

Con excepción de Pítari, todos los tangos fueron escritos por creadores que ya no están más; son parte de la historia del género. Es gigantesco el repertorio y me parece una buena cosa que se hayan evitado los más trillados, si bien algunos tienen un copioso historial grabado. El grupo inicial incluye el brillante “Danzarín” de Julián Plaza, el bien conocido “Malena” de Lucio Demare (“Malena canta el tango como ninguna”) y “Bahía Blanca” de Carlos Di Sarli, que tuvo una de las mejores orquestas con un estilo muy propio.
Siguen cuatro tangos de Solare, que nació en 1966, demasiado tarde para conocer de primera mano la Guardia Vieja pero con la sensibilidad que le permite intuirla. Sus tangos son modernos pero la tradición está en ellos  como germen (si por tradición se entiende incluso la de Piazzolla, que también es historia). Su temperamento suele ser melancólico y evocativo, sin efectismos, de buen gusto e introspección. Así define a “Pasaje Seaver”: “es una imagen de la desolación total y de la ruina”. Como con Piazzolla, y pese a que son muy diferentes entre sí, me parecería mejor referirme a sus creaciones como “música ciudadana”, más que tango. Algunos lo son, pero otros tienen el aroma de Buenos Aires, como un destilado. “Valsarín” evoca al “Danzarín” de Plaza;  “Tengo un  tango” es de los más tangueros, valga la redundancia; “Para Lisa” es un vals que evoca a una amiga de ese nombre y no hay citas de “Für Elise”, “a Dios gracias”. No está de más decir que para Solare –y tiene razón- el mundo del tango también incluye al vals criollo y a la milonga.
Los dos siguientes contrastan fuertemente: uno bien 1928, “Bandoneón arrabalero” de Juan Bautista Deambroggio, “Bachicha”, que presenta el problema admirablemente resuelto de sugerir al bandoneón de fuelle en el piano percusivo; y el de Pítari, escrito para la Orquesta No Típica de la Universidad de Bremen (Link: www.tango.uni-bremen.de) con clara estructura y encadenamientos de  acordes inspirados por procedimientos modulatorios del jazzman Thelonious Monk.
        Siguen cuatro piezas de Solare experimentales muy variadas: “Milonga fría” (con inserciones electroacústicas), que reconoce influida por Stockhausen; “Atonalgotán”, obviamente poco habitual en su planteo: “el tango reconstruido en el sentido de Jacques Derrida”, claramente experimental, y que forma parte de “Meses de peregrinaje” (título que refiere a “Años de peregrinaje” de Liszt); “Fragmentango” para 4 pianos con “overdubbing” (los cuatro tocados por Solare y grabados superpuestos): “sílabas dispersas se combinan para formar palabras y conceptos…con la forma abierta y del movimiento Fluxus… un clonaje de mí mismo”; y “Akemilonga”, basada en escalas por tonos y dedicada a una compositora japonesa.
Viene luego tres tangos: dos de preguerra y uno de Piazzolla. Un tango triste, “Nieblas del Riachuelo” de Juan Carlos Cobián, considerado “terrible” por Solare, le inspira incorporar una cita del Réquiem de Mozart; la milonga tangueada “La puñalada” de Horacio “Pintín” Castellanos, muy rítmica; y un tango piazzollesco bien tango, “Calambre” (1961).
Finalmente, cuatro piezas más de Solare: “Liebergmilonga”, dedicada a Andreas Lieberg, fundador de la Orquesta No Típica antes mencionada; “si Debussy hubiera escrito una milonga, sería como ésta”; “Talismán”, simple, “bajo legato y melodía staccato”; “Furor”, para un ballet: “si la música de Piazzolla sabe que existieron Stravinsky o Bartók, la mía sabe de Berio y Kagel”; y “Reencuentro”, milonga lenta y melancólica, escrita “tras visitar el cementerio donde está enterrada mi madre”.
Disco de gran riqueza para mentes abiertas, refleja como pocos la amplitud de la música que puede escribirse a partir del tango. El rostro barbado del autor/intérprete ilustra el folleto y nos da algunas pistas sobre su compleja personalidad.

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